Argentina ha sufrido una “tragedia fiscal” por la cual llegamos a tener los impuestos e inflación más altos del mundo, reflejo del descontrol del gasto público en las últimas dos décadas. Esta tragedia tuvo, como una de sus causas principales, la falta de conciencia fiscal en todos los niveles y sectores de nuestra sociedad. En el sector ciudadano esa falta de cultura fiscal la provocó un régimen que nos ocultó sistemáticamente los impuestos durante más de 50 años.
El ocultamiento se dio de dos maneras: 1) mediante prohibiciones legales inaceptables, como la de no mostrar el IVA al consumidor final (art. 39 de la ley de IVA, antes de su última modificación en 2024), y 2) ‘escondiendo’ otros impuestos indirectos detrás del vendedor y de cada uno de los eslabones de la cadena productiva, los cuales aumentan los costos y se terminan trasladando al consumidor dentro del precio final. La AFIP llegó a emitir sanciones específicas para los vendedores que mostraran el IVA al consumidor (ejemplo, art. 8 RG4333 DGI). Estas prohibiciones y sanciones no existen en otros países.
La regla ampliamente extendida es que los impuestos se exponen al consumidor (IVA, impuesto a las ventas, etc). Esta desconexión con lo fiscal llevó a que la ciudadanía no exigiera a los políticos una conducta responsable en el gasto público y en los tributos que pesan en la vida cotidiana.