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El problema no es el RIGI sino los impuestos más altos del mundo

El problema no es el RIGI sino los impuestos más altos del mundo

Por Matias Olivero Vila

El actual gobierno prometió una baja generalizada de impuestos, lo hará cuando levante el cepo. Hasta entonces serían imposibles las grandes inversiones sin un régimen tributario estándar.

Desde distintos sectores se objeta el régimen “RIGI” para grandes inversiones incluido en la “Ley de Bases”, siendo de los principales obstáculos para su aprobación en el Senado. Las críticas se basan en que sería demasiado “beneficioso” y que generaría “desigualdades” respecto de empresas no sujetas al régimen, en especial las pymes. Desde Lógica advertimos que las alícuotas y demás institutos del RIGI calificarían como un régimen impositivo estándar en el marco internacional. Y que debe tomárselo como un primer paso hacia un “RIGI” de alcance general, a la brevedad posible.

Primero, el marco de la cuestión. Según el Banco Mundial, desde 2015 Argentina ha sido el país con los impuestos más altos del mundo (método caso testigo pyme). En 2023, la UIA, en su informe “Carga Fiscal Formal”, aportó otros dos métodos. Analizando impuesto por impuesto en 30 países (G20 y Sudamérica), concluye que en 6 de los 7 tributos principales Argentina tiene los más gravosos (salvo 4to lugar en IVA). Y que, ponderando la presión fiscal (OCDE) por la informalidad (OIT), tiene una presión fiscal formal o “en blanco” del 50,7%, la más alta entre esos 30. Resultado principal: 47 millones de argentinos soportan más del 40% y hasta más del 50% de impuestos al consumir. Además de la más alta inflación mundial. Este es el punto de partida de toda discusión tributaria en Argentina.

Segundo, como principio general, todo régimen especial genera distorsiones, por lo cual debería aplicarse en forma muy excepcional, como último recurso (mal necesario) y por tiempo limitado.

Tercero, analicemos los principales “beneficios” del RIGI: 1) Impuesto a las Ganancias: reducción de la alícuota del 35% al 25%; cómputo de amortizaciones en forma acelerada, en lugar de lineal; cómputo de quebrantos en forma ilimitada en lugar de por 5 años; actualización por inflación como regla y no sólo como excepción (si se supera cierta inflación trianual); 2) IVA: devolución de créditos dentro de 3 meses, en vez de inmovilizados hasta tener suficientes ventas; 3) Impuesto al Cheque: cómputo del 100% como crédito de impuesto a las ganancias, en lugar de sólo una porción; 4) Aduanero: exención de derechos de importación para bienes de capital y de derechos de exportación (luego de 3 años); 5) Cambiario: excepciones para liquidar divisas; etc.

Cuarto, comparemos con otros países. La alícuota promedio del impuesto a las ganancias a las sociedades en aquellos 30 países es 25,3%. Por ejemplo, en Chile aplican 25-27% y cada uno de aquellos otros “beneficios” (incluso mayores) son parte del sistema tributario general para todas sus empresas. No tienen impuesto al cheque, ni derechos de exportación ni restricciones cambiarias. Otro país, Paraguay, tiene un régimen mucho más atractivo, 10% tanto para ganancias como IVA. Es decir que el RIGI calificaría como un sistema tributario estándar comparado con los de otros países.

Quinto, los antecedentes. Tan gravosos son nuestros impuestos que impidieron la “lluvia de inversiones” del gobierno de Cambiemos, aún con todo el viento a favor. Lo impositivo solo, sin restricciones cambiarias y con inflación mucho más baja que la actual, fulminó las consultas de inversiones y prolongó la tragedia fiscal. El actual gobierno tiene pendiente cumplir su promesa de baja generalizada de impuestos y ya anunció que lo hará recién cuando levante el cepo y en forma gradual. Hasta entonces serían imposibles las grandes inversiones necesarias para un crecimiento sostenido sin un régimen tributario estándar; más la estabilidad por 30 años, dado la inseguridad jurídico-tributaria argentina, y que no es novedad dado que aplica a inversiones mineras y forestales.

Sexto, las críticas de la política y tercer sector. Entre otras, un senador, jefe de partido “dialoguista”, sostuvo que el RIGI es el sistema tributario “más generoso del mundo, con bajas de impuestos de todo tipo y color”. Y desde una fundación se sostuvo que es el “régimen más generoso de la historia del país”. Al decir “beneficios” o “generoso”, se asume que partimos de un sistema tributario estándar. Pero no es así. Por tres métodos distintos Argentina tiene el sistema tributario más gravoso de todos, un régimen caído del mapa. Así como no sería lógico tomar el régimen más atractivo (Paraguay) para afirmar que el RIGI es un sistema “muy gravoso”, tampoco es lógico compararlo con nuestro sistema general para decir que el RIGI es el “más generoso” del mundo o de la historia. La comparación es con respecto a los demás países, no con nuestros impuestos más altos del mundo.

Séptimo, las objeciones del empresariado. Se realizan críticas válidas desde distintas entidades, incluyendo manifestaciones de pymes en el Congreso, por las desigualdades y distorsiones que un régimen especial como el RIGI generaría frente a empresas fuera del régimen. Pero hasta que las grandes inversiones empiecen a pagar impuestos pasará tiempo suficiente para que todo el sistema tributario pueda converger en el RIGI. Para eso es necesario no sólo la decisión de la política sino de un empresariado mucho más involucrado en lo fiscal, que activamente proponga y exija, que genere conciencia en todos los sectores, más allá del color político de turno, y no que se acuerde de lo tributario cada vez que se envía un proyecto de ley, corriendo cada reforma de atrás. En nuestro trabajo “El sector empresario del país más gravoso del mundo” argumentamos cuán funcional ha sido la actitud de dicho sector para con la tragedia económica por no haber incluido las cuestiones fiscales en su agenda. Por ejemplo, en una muestra representativa de los programas de las principales conferencias anuales empresarias, hubo paneles infaltables (por ejemplo, laboral, tecnología, etc), mientras los paneles tributarios fueron sólo el 2,5% y los de gasto público menos del 1% del total.

Conclusiones. En el Pacto de Mayo el 50% de los 10 puntos son temas fiscales. La diferencia entre 2,5% y 50% representa el potencial de lo que puede contribuir el empresariado a la cuestión fiscal y para que un “RIGI general” sea realidad a la brevedad posible. El nuevo ciclo abrió una oportunidad para que desde la sociedad civil, en forma apartidaria y sin temor a represalias, se pueda accionar proactivamente, exigiéndole y aportando a las autoridades y a la sociedad para que Argentina deje de ser el país más gravoso y la ciudadanía no tenga que seguir comprando un producto para el Estado cada vez que le cuesta comprar uno para sí mismo, para convertirse en un país próspero, con oportunidades y trabajo para todos. No es contra el RIGI. Sino apalancarse en él para lograr que el tratamiento del RIGI se aplique a todas las empresas.

Presidente de Lógica, ONG apartidaria dedicada a generar conciencia fiscal en la sociedad

Publicado en Ambito.com el 20/05/2024