Por Matías Olivero Vila
En un reciente artículo de la ONG Lógica, titulado El sector empresario del país más gravoso del mundo (Errepar), sostuve que la responsabilidad por la que denominan “la tragedia fiscal argentina” no ha sido sólo del poder político, sino que también ha incidido el resto del ecosistema fiscal, incluyendo el sector empresario. Comparta en esta oportunidad respuestas y conclusiones sobre los motivos por los que creo debe haber un mayor involucramiento de las empresas en las cuestiones fiscales.
– Por qué exhortamos al mayor involucramiento del empresariado en las cuestiones fiscales.
Creemos que, si bien la principal responsabilidad por la tragedia fiscal es de la clase política, también es cierto que otras instituciones fueron funcionales al último puesto mundial en impuestos e inflación. Incidieron también las autoridades con interpretaciones fiscalistas, una justicia muy tolerante con los impuestos, una ciudadanía con falta de cultura fiscal por un régimen que le oculta los impuestos y también un sector empresario que pudo involucrarse mucho más. Pero digámoslo en positivo: así como la actuación empresaria fue funcional a la tragedia, también puede ser funcional a la salida de la crisis.
– ¿Cuáles serían ejemplos de actitud empresaria funcional?
Uno de ellos sería cuán presente estuvo la cuestión fiscal en la agenda empresaria. Tomamos como parámetro las conferencias anuales de dos de las principales entidades, no importa cuáles, durante 8 años, hasta 2022. El total de bloques de las 16 conferencias fue 155. Los agrupamos por temas. La cuestión laboral fue infaltable. La educativa, productiva, institucional, política, económica de coyuntura, todas superaron la decena. Pero hubo sólo cuatro bloques impositivos, 2,5% del total. En el 75% de las conferencias no se trató el tema tributario. Y sólo uno al gasto público, casi ausencia total. Lo paradójico es que en los otros ámbitos la Argentina no aparece última en los rankings, como sí en lo fiscal. Y los proyectos de inversión se abortan mucho más por razones fiscales (impuestos, inflación, cepo, etc.) que por todos los otros factores juntos. La inacción del empresariado frente al avasallamiento del aporte solidario fue otro ejemplo. En general, se enfrentó la máxima voracidad fiscal mundial en total desigualdad de fuerzas, digamos en forma “amateur”, en el sentido de no haber invertido tiempo y recursos para cambiar la tragedia fiscal, recurriendo sólo al tiempo libre de los gerentes fiscales y asesores externos, corriendo cada reforma de atrás. Comparemos: en la última campaña lo fiscal fue central y en la propuesta del Pacto de Mayo el 50% de los puntos son fiscales. Miremos para adelante: hay muchísimo por aportar desde el sector empresario. De hecho, en 2023 lo fiscal pareció estar un poco más presente.
– ¿Existen razones por las que la cuestión fiscal no se incluya en agenda?
Cada entidad habrá tenido las suyas. Y recordemos el contexto: haber ejercido actividad empresarial en los últimos 20 años en muchos casos ha lindado con lo patriótico. La preocupación era sobrevivir. Pero, aun así, es llamativo que el tema fiscal haya estado tan fuera de agenda cuando a la hora de invertir es de los temas más importantes. En el artículo mencionamos siete razones que se invocaban. Pero, como suele suceder, cada ocasión habrá tenido su razón, pero todas juntas no tienen explicación. Así como en el poder político tenemos la mayor brecha entre lo que debía hacerse y lo que se mal hizo, en el sector empresario tenemos la mayor brecha entre lo que pudo hacerse y lo que no se hizo.
– ¿Por qué Brasil es un ejemplo a seguir?
Brasil ha estado en el mismo barrio fiscal de Argentina, exceso de gasto público, impuestos de los más altos del mundo, hiper-regulado. Pero en un momento no los especialistas sino los empresarios dijeron “basta” y se pusieron a trabajar e invertir recursos para que mejore la salud fiscal del país. Entre otras, su acción número uno fue concientizar fiscalmente a la ciudadanía. Rompieron el paradigma. No pusieron el mayor esfuerzo en negociar con el gobierno de turno, sino en generar conciencia en los más de 200 millones de brasileños sobre lo ridículo que eran los impuestos que todos soportaban, escondidos en los precios de consumo. Para que fueran los votantes los que principalmente hagan las demandas fiscales al poder político, en forma apartidaria. Así se paró la locura fiscal y, de a poco, empiezan a mejorar.
– ¿Hay una fórmula detrás del éxito del gigante sudamericano?
En forma creativa, los empresarios inventaron el régimen de transparencia fiscal al consumidor, todos los impuestos expuestos en los tickets, ley 12.741 de 2012. Cada brasileño ve que soporta impuestos por hasta más del 45% del precio. Los empresarios se pusieron esta iniciativa al hombro, crearon dos ONGs, invirtieron tiempo y recursos, movilizaron a la sociedad civil, consiguieron más de un millón de firmas. Superaron todos los obstáculos en épocas de Rousseff para sancionar esta ley que nadie discute. Este es un ejemplo entre otras varias acciones de concientización y propuestas fiscales apoyadas por el empresariado. Son casos muy inspiradores para Argentina de lo que puede hacerse desde el sector empresario por el país. Desde Lógica propusimos a los partidos políticos un régimen de transparencia fiscal al consumidor similar, Milei y otros dos candidatos firmaron el compromiso de impulsarlo y allí está como capítulo de la Ley de Bases. Hay mucho espacio para trabajar en múltiples iniciativas fiscales.
– El gobierno de Javier Milei abrió una oportunidad fiscal pero también generó un riesgo. ¿De qué se trata?
Así como es innegable que el presidente generó una gran oportunidad de mejora fiscal, también se ha generado un riesgo: que una parte relevante de la ciudadanía identifique las bajas de gastos e impuestos con la ideología liberal y que, en el próximo cambio de signo político, que tarde o temprano ocurrirá, se reaccione con subas y excesos de ambos, como ya ocurrió dos veces en este siglo, pero la próxima vez más virulentamente. Desde Lógica sostenemos que la clave es que lo fiscal se convierta de cuestión política a cuestión ciudadana, más allá de lo bien o mal que le pueda ir al gobierno e ideología de turno. Similar a lo que sucedió con la consolidación de la democracia. Para ello la ciudadanía debe comprender que un sistema fiscal pesado afecta su vida cotidiana, cualquiera sea quien gobierne. A partir de la concientización fiscal se involucrará y exigirá tener impuestos y gastos lógicos. Eso será duradero.
– ¿Por qué creemos que este proceso de concientización fiscal debe liderarse desde el sector empresario?
Es el que paga más impuestos y tiene los recursos para ello. Porque es el que asegura que el proceso de concientización se haga a largo plazo y en forma apartidaria. Porque debe hacerlo por sí mismo, por sus empleados registrados, por sus clientes finales y, en suma, por el país. Bienvenida la batalla cultural del presidente, pero este proceso es demasiado importante como para que esté expuesto a los laberintos, banquinazos y fragilidades políticas que hemos visto. En este trípode, donde está el actual gobierno y las ONGs dedicadas a lo fiscal, es claro que falta una tercera pata: la del sector empresario.
– ¿Cuál sería nuestra conclusión general?
Nuestro país necesita un sector empresario mucho más involucrado en las cuestiones fiscales. Que en cada declaración, oportunidad y conferencia se expida a palabra plena, incomode si es necesario a las autoridades de turno. Que tenga actitud de “Nunca Más Fiscal”, de tolerancia cero para con toda decisión o sanción irrazonable de tributos y gastos, en los tres niveles del Estado. Que activamente instale temas y herramientas que promuevan un sistema de impuestos y gastos lógicos. Y que apoye las iniciativas y colabore con el tercer sector dedicado a lo fiscal. En suma, que los líderes del sector empresario asuman su protagonismo y que actúen con decisión e inversión de tiempo y recursos, para mejorar definitivamente la realidad fiscal de nuestro país. Nunca una oportunidad más abierta. Nunca una actuación más necesaria. Es la decisión de dejar de ser parte de la tragedia para hacerse parte del milagro.
Publicado en La Nación